Considerar al medicamento de forma global, analizando todos sus beneficios y costes, y hacerlo a lo largo de un periodo de tiempo relevante, es imprescindible para poder establecer su verdadero impacto sobre la salud de la población, la gestión del sistema sanitario y el crecimiento económico del país. Así lo plantea Pedro Luis Sánchez, director del Departamento de Estudios de Farmaindustria, en el artículo titulado La innovación y la industria farmacéutica en España, publicado en el último número de la revista Papeles de Economía Española, que edita Funcas, la Fundación de las Cajas de Ahorros.
En el artículo, Sánchez defiende que, aun siendo su aportación más importante, un nuevo fármaco no sólo consigue mejorar la salud de los pacientes, sino que su administración tiene implicaciones que van más allá, “desde su impacto en otras áreas del sistema sanitario y de atención social hasta sus efectos positivos en el crecimiento económico, vía mejoras de la productividad”. Por todo ello, un análisis económico parcial o a corto plazo que no permita captar “todos los elementos relevantes de coste y beneficio” que aporta un nuevo fármaco puede conducir a conclusiones erróneas y generadoras de ineficiencia, explica.
El directivo de Farmaindustria defiende la capacidad innovadora de la industria farmacéutica y su rol como dinamizador de la I+D biomédica en nuestro país. Con el 21% de toda la inversión en I+D de la industria manufacturera española, según datos del INE, el sector farmacéutico es claramente el principal impulsor de estas actividades en la economía española. Además, es el que más porcentaje de su cifra de negocios dedica a la innovación, un 7%, a mucha distancia del resto de sectores industriales.
El esfuerzo en inversión para la innovación se deja notar también en el volumen de recursos humanos que se destina a esta actividad. Con casi 5.000 trabajadores dedicados a actividades de I+D, la industria farmacéutica también lidera en este ámbito el ranking de sectores industriales en España.
Este esfuerzo tiene como resultado el desarrollo de nuevos medicamentos, cuyo principal efecto es el beneficio sobre la salud de los pacientes. Según expone Sánchez en su artículo, la esperanza de vida al nacer en el ámbito de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) experimentó un aumento de 1,7 años entre 2000 y 2009, de 74,1 a 75,8 años. El 73% de ese incremento en la esperanza de vida de los países desarrollados se puede atribuir directamente a la contribución de los efectos innovadores. El texto también incluye ejemplos concretos del impacto positivo de los medicamentos innovadores sobre la salud de pacientes de distintas patologías.
Más allá de los efectos sobre la salud de los pacientes, el artículo ofrece también evidencia científica sobre los beneficios de los nuevos medicamentos para la eficiencia del sistema sanitario. Así, el artículo menciona un estudio sobre el caso de Estados Unidos en el que se estima que la sustitución de un fármaco antiguo (media de 15 años desde su comercialización) por uno más moderno (media de 5,5 años desde su comercialización) implica un gasto farmacéutico extra de 18 dólares per cápita, pero genera un ahorro de 129 dólares per cápita (7 veces más) en otras partidas del gasto sanitario tales como hospitalizaciones o visitas médicas evitadas, lo que convierte al medicamento innovador en un ahorrador neto de recursos destinados a la atención sanitaria.
Por último, aborda el impacto de los medicamentos innovadores sobre el crecimiento económico, mencionando el impacto positivo que tiene la salud de la población en el crecimiento económico, ya que cada año en que aumenta la esperanza de vida de un país se corresponde con un aumento de su Producto Interior Bruto del 4%. Igualmente, otro trabajo empírico establece que el beneficio debido a los nuevos fármacos comercializados en el periodo 1982-1996 sobre la productividad laboral fue entre 2,3 y 8,1 veces superior a su coste.
Todos estos argumentos, basados en una sólida evidencia científica, permiten a Sánchez concluir que sólo con un análisis global y a largo plazo, que incluya todos los aspectos en los que tiene incidencia la innovación farmacológica, se puede establecer el valor real de la incorporación de medicamentos innovadores a la prestación sanitaria en España.