La hipertensión arterial es, junto con la hipercolesterolemia, el principal factor de riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares, que constituyen la primera causa de muerte en el ser humano. En la actualidad, los medicamentos antihipertensivos han demostrado ser efectivos como tratamiento preventivo de los eventos cardiovasculares a largo plazo. El cambio de hábitos del paciente en estas enfermedades es fundamental para mejorar su estado de salud, pero dicha mejoría también depende claramente de la prescripción de los distintos tratamientos farmacológicos disponibles, y la adherencia a los mismos. Además, el uso de estos fármacos también ha demostrado un evidente impacto positivo sobre la gestión de los recursos sanitarios y la sostenibilidad de los sistemas de salud.
Según la OMS, que este jueves, 17 de mayo, celebra el Día Mundial de la Hipertensión, cada año fallecen aproximadamente 17 millones de personas en el mundo a causa de las enfermedades cardiovasculares, lo cual representa un 30,8% de todas las causas de muerte. En Europa, estas patologías son responsables de la mitad de los fallecimientos, y en España siguen siendo la primera causa de muerte, con más de 28.000 decesos por enfermedad cerebrovascular y 16.000 por infarto agudo de miocardio al año, según datos de 2015.
El tratamiento de las enfermedades cardiovasculares debe tener en cuenta los factores de riesgo que predisponen a su padecimiento. La principal opción terapéutica, además de la corrección de ciertos hábitos hacia un estilo de vida saludable, consiste en el tratamiento farmacológico de la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia.
Y, según diversas investigaciones, estos medicamentos han demostrado una eficacia más que notable en las últimas décadas. El estudio SHEP (Programa Hipertensión Sistólica en la Edad avanzada) concluye que el tratamiento con antihipertensivos durante 4,5 años previene uno de cada 2 ingresos por fallo cardiaco, uno de cada 3 infartos (fatales y no fatales) y uno de cada 4 eventos cardiovasculares. Se calcula que cada mes de tratamiento activo con antihipertensivos se asocia con el aumento de aproximadamente un día de la esperanza de vida.
El uso de antihipertensivos no sólo tiene un importante impacto sobre la salud de la población, sino también sobre los costes sanitarios asociados a este factor de riesgo, al reducir la probabilidad de sufrir accidentes vasculares. Se estima que el uso de antihipertensivos durante la década de los 90 en Estados Unidos evitó en 2002 un coste sanitario directo de 16.500 millones de dólares por infarto de miocardio y accidente cerebrovascular, correspondiendo el 70% de ellos a costes hospitalarios. Se ha calculado que, por cada euro invertido en medicamentos antihipertensivos, se ahorra 1,9 euros (casi un 200%) en costes directos sanitarios.