Hoy más que nunca, el mundo está siendo consciente de que las vacunas juegan un papel crucial en la salud pública y que, con las economías nacionales castigadas por la pandemia provocada por el coronavirus, la inmunización es la intervención de salud pública más rentable y exitosa.
La actual emergencia sanitaria ha obligado a buscar con rapidez una vacuna contra el SARS-CoV-2, y se espera que pueda llegar al mercado a partir de 2021. Es algo extraordinario, puesto que, precisamente en estos días, en los que se está celebrando la Semana Mundial de la Inmunización, hay que recordar que hallar una vacuna es un complejo y delicado proceso.
Las vacunas precisan de media una década en desarrollarse, y a las dificultades de la investigación y el desarrollo de todo medicamento se suma que las vacunas también requieren un proceso de fabricación complejo. La producción de un lote (desde el inicio de la fabricación hasta el lanzamiento) requiere entre 18 y 24 meses (para vacunas muy complejas y multivalentes, la producción de un lote puede llevar hasta 48 meses).
Estos tiempos, que se cuentan por años, dan idea del desafío tan importante que tiene la industria farmacéutica mundial ante la Covid-19 para tener lista una potencial vacuna en cuestión de meses. De hecho, hay compañías que han anunciado que van a producir a riesgo, es decir, antes incluso de haber confirmado los resultados, con el fin de ganar un tiempo valioso ante la pandemia.
Las vacunas representan algunos de los avances más importantes en el ámbito de la salud pública, pues han ayudado a prevenir la propagación de multitud enfermedades infecciosas y, en muchas partes del mundo, eliminado algunas de las condiciones más devastadoras. Existen notables historias de éxito en la prevención de enfermedades infecciosas en todo el mundo. Una de las más destacadas y que acaba de cumplir 40 años es la de la erradicación de la viruela, gracias a los programas de vacunación. Pero también son casos de éxito el control total de la poliomielitis o la rubeola.
Esfuerzo inversor de las compañías en Europa
La industria farmacéutica europea invierte anualmente alrededor de 2.000 millones de euros en I+D de vacunas, y a esa inversión se suma que el 80% de las vacunas se fabrican en plantas con sede en el viejo continente.
Además, al prevenir la enfermedad, las vacunas generan oportunidades de ahorro e inversión, proporcionando un valor económico adicional para las sociedades, al tiempo que mejoran la salud de la población individual y colectiva y ayudan a abordar la resistencia a los antimicrobianos. Se calcula que la vacunación tiene un coste asumible: con 4.000 euros se puede proteger a una persona durante toda su vida de las 17 enfermedades prevenibles más importantes.
En la actualidad, las compañías biofarmacéuticas están trabajando para desarrollar nuevas formas de prevenir y tratar enfermedades con vacunas innovadoras. Según un nuevo informe de la patronal americana Phrma, actualmente hay 259 vacunas en desarrollo para el tratamiento o prevención de enfermedades.
Entre las vacunas en desarrollo se encuentran 108 vacunas contra el cáncer, incluida una vacuna terapéutica para el cáncer de pulmón de células no pequeñas, que utiliza ARN mensajero para movilizar el propio sistema inmunitario del paciente para combatir el tumor; 125 vacunas para enfermedades infecciosas, incluida una vacuna diseñada para prevenir la infección por VIH al enseñar al sistema inmunitario del paciente a reconocer y combatir eficazmente el virus; 14 vacunas para las alergias, y 2 para la enfermedad de Alzheimer, incluida una vacuna terapéutica dirigida a la proteína beta amiloide, que está relacionada con el desarrollo de este trastorno neurológico.
Además, se están desarrollando numerosos tipos diferentes de vacunas potenciales que se dirigen a la Covid-19, que prevengan tanto la infección individual como la propagación del virus. Hoy hay más de 70 vacunas en la cartera de investigación de las compañías farmacéuticas a nivel mundial, de las que seis han entrado ya en la fase de ensayos clínicos en humanos y otras muchas planean comenzar la fase III este año.
Y no se está haciendo de una manera aislada, sino que la industria farmacéutica, junto a gobiernos e instituciones públicas, han anunciado un plan para coordinar las distintas etapas de la realización de ensayos clínicos de vacunas, y también de potenciales medicamentos, en el que se decida conjuntamente cuáles son las prioridades que se deben probar y desarrollar.
Como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS) en estos días, “cada año, la inmunización salva millones de vidas, por lo que está ampliamente reconocida como una de las intervenciones de salud más coste-eficaces y de mejores resultados. Aun así, en todo el mundo sigue habiendo cerca de 20 millones de niños que no reciben las vacunas que necesitan”.
De acuerdo con las estimaciones, hasta 116 millones de niños recibieron en 2018 tres dosis de la vacuna combinada contra la difteria, el tétanos y la tos ferina, quedando protegidos contra enfermedades infecciosas que pueden cursar con gran gravedad y causar discapacidad o muerte.
Lejos de los objetivos de inmunización para 2020
Sin embargo, como alerta la OMS, “pese a los logros, es probable que a finales del presente 2020 no se hayan alcanzado todas las metas para la eliminación de enfermedades, en particular del sarampión, la rubeola y el tétanos materno y neonatal”. Cabe recordar que el Plan de Acción Mundial sobre Vacunas 2011-2020, aprobado por la Asamblea Mundial de la Salud, había marcado este año como fecha para alcanzar un 95% de tasa de cobertura vacunal, una cifra aún lejana que contrasta con que en los dos últimos años se han declarado en todo el mundo múltiples brotes de sarampión, difteria, tos ferina y otras enfermedades prevenibles mediante vacunación.
En este sentido, Vaccines Europe -entidad que agrupa a los fabricantes de vacunas y que se integra en Efpia, federación europea de la industria innovadora, de la que forma parte Farmaindustria- plantea tres campos de actuación para lograr las tasas de inmunización pretendidas por las autoridades sanitarias mundiales. Por un lado, aboga por destacar la importancia de la vacunación a lo largo de toda la vida, así como el papel de los profesionales sanitarios al informar a la población sobre la importancia de la vacunación y también predicar con el ejemplo vacunándose ellos mismos. Por otro lado, promover incentivos para que las compañías que investigan, desarrollan y fabrican vacunas permanezcan en Europa, así como reconocer el importante rol que juegan las vacunas en la lucha contra las resistencias a los fármacos antimicrobianos, que se cobran 33.000 muertes en Europa cada año.
Por último, Vaccines Europe pide establecer un diálogo fluido entre industria y autoridades sanitarias para anticipar la evolución de las recomendaciones vacunales y prever mejor la demanda, evitando desabastecimientos, así como simplificar los requerimientos en materia de empaquetado y envasado y establecer un sistema que haga posible el intercambio de vacunas entre países comunitarios en caso de brotes.
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