La industria farmacéutica está intensificando sus esfuerzos para facilitar el acceso de los habitantes de países en desarrollo a los nuevos medicamentos y reforzar la I+D de medicamentos de especial interés para los más desfavorecidos. Esta es la principal conclusión de un amplio estudio de la Fundación para el Acceso a los Medicamentos que ha analizado el comportamiento de 20 de las mayores compañías farmacéuticas del mundo a lo largo de los últimos años en 106 países en desarrollo que acogen al 83% de la población global. La fundación es una entidad independiente sin ánimo de lucro con sede en Ámsterdam que cuenta con la financiación de los gobiernos de Reino Unido y Dinamarca y de la Fundación Bill & Melinda Gates.
“Comparado con hace diez años, las compañías farmacéuticas están tomándose en serio los problemas a los que la gente se enfrenta en los países en desarrollo para tener acceso a la asistencia sanitaria”, señala Jayasree K. Iyer, director ejecutivo de la fundación, que considera que aún queda camino por recorrer a pesar de los avances logrados, entre los que destaca la reducción del 50% en la mortalidad infantil entre 1990 y 2013 o el hecho de que la mitad de los pacientes con VIH se benefician ya de la terapia antirretroviral.
El estudio, que se centra en la situación de 47 enfermedades, destaca que los problemas de acceso a una sanidad de calidad en los países con menores ingresos se deben en realidad a un conjunto de factores, entre los que cabe destacar el déficit de profesionales sanitarios bien formados, las carencias de la cadena de suministros médicos y la necesidad de conseguir fármacos más asequibles.
En este sentido, el informe destaca cómo las compañías farmacéuticas están cambiando su forma de proceder y están poniendo en marcha “nuevos modelos de negocio inclusivos” para llegar a las poblaciones de los países con menos ingresos. Además, se ha duplicado el número de grandes compañías (de 8 a 17) que cuentan con indicadores específicos para medir el acceso a los nuevos tratamientos en los citados países.
Compromiso creciente con la I+D
Uno de los aspectos clave del informe es el creciente compromiso de las compañías farmacéuticas con la investigación y desarrollo de nuevas opciones terapéuticas frente a las enfermedades que tienen mayor impacto en los países en desarrollo. En este sentido, el estudio de la Fundación revela que los esfuerzos de las compañías han sido notables, duplicando la cantidad de tratamientos en I+D (pipeline) para el abordaje de las 47 patologías estudiadas, entre las que cabe destacar la malaria, la tuberculosis y el VIH/sida.
En concreto, el número de medicamentos en I+D en estas enfermedades ha pasado, en sólo diez años, de 327 en 2008 a 673 en 2018. Por patologías (ver gráfico), destacan especialmente los esfuerzos llevados a cabo en las enfermedades tropicales desatendidas (NTD), que contaban con 90 proyectos de investigación en 2018, la malaria (55), el VIH/sida (42), la tuberculosis (31) o las patologías maternas y neonatales (9).
También desde 2008, y una vez culminada la fase de I+D, han sido aprobados por las agencias reguladoras europea (EMA), estadounidense (FDA) o japonesa (PMDA) un total de 171 nuevos medicamentos para tratar enfermedades especialmente relevantes en países en desarrollo.
Al mismo tiempo, los laboratorios han hecho hincapié en la última década en el uso de determinados procedimientos para mejorar el acceso a sus productos, a través principalmente de licencias de producto enfocadas a maximizar el acceso, de precios asequibles para estos países y también de donaciones de medicamentos. “Este tipo de actuaciones tiene el potencial de extenderse en el futuro a muchos más tratamientos en más países, de forma que la gente se pueda beneficiar de ellos”, sostiene el informe.
En cualquier caso, para los autores del estudio, para seguir adelante en este ámbito, y lograr un compromiso aún mayor de las compañías de cara al futuro, es necesario poner en marcha mecanismos públicos de apoyo que permitan a los laboratorios reducir los riesgos que conlleva la investigación de nuevos tratamientos para las enfermedades desatendidas en estos países. “Es necesario contar con un soporte financiero en el largo plazo, con la participación de múltiples donantes, así como una inversión continuada en sanidad por parte de los gobiernos”, señala la fundación.
“De cara al futuro, el gran reto para todos los que trabajamos en mejorar el acceso pasa por equiparar la escala de las actuaciones a la escala del problema”, concluye el director de la fundación, que utilizará los hallazgos del presente estudio para definir las prioridades en este terreno para la próxima década.