Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) difundido este martes evidencia el relevante papel de España en la investigación de posibles tratamientos contra el coronavirus. El análisis de este organismo internacional sitúa a nuestro país en los primeros puestos del mundo en el número de ensayos clínicos puestos en marcha, en línea con los datos que de forma periódica recoge la OMS y de los que ha ido informando Farmaindustria durante esta pandemia.
Ese protagonismo de nuestro país en el ámbito de la investigación clínica frente a la Covid-19 no es casual. España es ya un país de referencia en el mundo en la realización de ensayos clínicos para probar la eficacia de los nuevos medicamentos desarrollados por la industria farmacéutica. “Para algunas compañías farmacéuticas, España es el segundo país del mundo, tras Estados Unidos, donde más investigaciones se ponen en marcha para probar la eficacia de nuevos medicamentos”, afirma Javier Urzay, subdirector general de Farmaindustria. “Esto ha sido posible gracias del trabajo colaborativo que desde hace años desempeñan Administración sanitaria, hospitales, investigadores, pacientes e industria farmacéutica, y que permite que nuestro país forme parte los ensayos internacionales más punteros, que benefician sobre todo a nuestros pacientes”, añade.
En concreto, en el caso de las investigaciones frente al coronavirus, en España se han puesto en marcha desde el inicio de la pandemia cerca de 150 ensayos clínicos para probar tratamientos eficaces. Casi una treintena de ellos están probando nuevas moléculas (entre ellas una vacuna); más de cien son reposicionamientos terapéuticos de moléculas ya existentes, y siete son tratamientos con terapias celulares.
Casi una veintena de compañías farmacéuticas asociadas a Farmaindustria -tanto nacionales como internacionales- están participando en buena parte de estos ensayos clínicos y colaborando en otros de iniciativa pública proporcionando la medicación necesaria. Además, estos ensayos están implicando a profesionales de más de 200 hospitales españoles y se espera que 28.000 pacientes participen y se beneficien de estos ensayos.
Un ejemplo de colaboración internacional
El informe de la OCDE, dedicado a la ciencia, la tecnología y la innovación durante 2020, subraya además las colaboraciones público-privadas como eje de la respuesta a la pandemia, movilizando a investigadores públicos, empresas, gobiernos y organizaciones filantrópicas de todo el mundo para trabajar juntos en el desarrollo de diversas soluciones, en particular vacunas, terapias y diagnósticos. “La respuesta de la ciencia y la innovación a la Covid-19 ha sido un esfuerzo mayoritariamente internacional, que refleja el crecimiento constante de la colaboración internacional en ciencia, tecnología e innovación en las últimas décadas”, destaca el informe.
Como ejemplo de esta colaboración, la OCDE destaca la iniciativa ACT Accelerator, la alianza mundial liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la que es socio fundador la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (Ifpma) –a la que pertenece Farmaindustria- para acelerar el desarrollo y la producción de terapias y vacunas frente al coronavirus y garantizar que estos tratamientos sean asequibles y estén disponibles para todos de manera equitativa. Dentro de esta iniciativa se desarrolló también el consorcio Covax -específico para vacunas-, que, como destaca el informe, ha permitido sumar recursos de compañías farmacéuticas y organismos públicos para afrontar el mayor desafío al que se ha enfrentado la población mundial en décadas y conseguir las primeras vacunas en apenas 12 meses, cuando el periodo habitual de desarrollo de las vacunas dura 8-10 años.
La OCDE también advierte en su informe del peligro que supondría recortar las inversiones en investigación debido a la crisis económica a la que se enfrentan los países desarrollados como consecuencia de los efectos de la pandemia. Esta situación amenaza con causar daños a largo plazo a los sistemas de innovación en un momento en que la ciencia y la innovación son más necesarias para hacer frente a la emergencia climática, cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y acelerar la transformación digital, indica el análisis.
“Los gobiernos deberán tomar medidas para proteger sus sistemas de innovación como parte de sus paquetes de estímulo y recuperación, pero también deberían utilizarlos como oportunidades para las reformas. En particular, la política de ciencia, tecnología e innovación (CTI) debería orientarse hacia el apoyo de una agenda más ambiciosa de transformación del sistema que promueva una transición gestionada hacia futuros más sostenibles, equitativos y resilientes”, señala la OCDE.