La industria farmacéutica innovadora invierte en Europa 41.500 millones de euros para la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos, emplea a 840.000 personas —de las cuales 125.000 desarrollan su labor en los departamentos de I+D de las compañías— y produce por valor de 300.000 millones de euros. Su cifra de exportaciones ya alcanza los 565.000 millones y aporta 175.000 millones de euros a la balanza comercial de la UE de los 27.
Éstas son las principales cifras que arroja el informe The Pharmaceutical Industry in Figures 2022, con datos relativos a 2021, publicado por la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia). El documento confirma que, además de impulsar el progreso médico a través de la investigación, desarrollar y poner a disposición nuevos medicamentos que mejoran la salud y calidad de vida de los pacientes de todo el mundo, la industria farmacéutica innovadora es un activo clave de la economía europea, porque es uno de los sectores de alta tecnología con mayor rendimiento en el continente.
De este modo, los ciudadanos europeos han visto aumentar la esperanza de vida hasta en 30 años en el último siglo gracias a los avances de la investigación biomédica: se ha reducido la mortalidad en enfermedades como el VIH/sida o algunos tipos de cáncer; otras, como la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, ya se pueden controlar con los nuevos medicamentos, y algunos tumores pueden ser cronificados o incluso curados con la medicina de precisión. Por lo tanto, la población europea no sólo vive más, sino que lo hace con una mejor calidad de vida. No obstante, como cita el informe, quedan obstáculos importantes por superar y enfermedades a las que dar respuesta, como el Alzheimer, muchos tipos de cáncer y las enfermedades raras.
De hecho, estas cifras que confirman el valor estratégico del sector para Europa llegan en un momento preocupante e incierto, tras conocerse —hace apenas unos meses— la propuesta de actualización de la legislación farmacéutica por parte de la Comisión Europea (CE), que pone en riesgo el futuro de la industria farmacéutica y supone una barrera más para el acceso de los pacientes a los tratamientos innovadores.
Aunque la propuesta contiene mejoras en el marco regulatorio e impulsa la investigación de nuevos tratamientos para la lucha contra las resistencias antimicrobianas, contiene medidas que debilitan el sistema de incentivos a la innovación biomédica, en lugar de fortalecerlos. Así, una de las medidas que recoge el texto es la reducción de 8 a 6 años de la protección de los datos regulatorios (PDR), lo que tendrá el efecto de reducir la competitividad de Europa en materia de inversión en I+D de nuevos medicamentos frente al empuje de otras regiones.
En este contexto, Efpia ha denunciado que el planteamiento de la CE supondrá una disminución del 25% en la I+D biomédica y la caída de la participación global de Europa del 25% al 19% en ensayos clínicos. De hecho, las cifras que maneja la Federación muestran que el crecimiento de la inversión en I+D en China fue más del triple que en Europa entre 2018 y 2022.
“Además de los obstáculos normativos y la escalada de costes de la I+D, la industria farmacéutica ha sido duramente golpeada por el impacto de las medidas fiscales introducidas por la mayor parte de Estados miembros desde 2010”, reza el informe de Efpia.
Rápido crecimiento de Brasil, India y China
Frente a esta realidad, se está produciendo un rápido crecimiento del mercado innovador en países como Brasil, China e India, lo que está empujando la migración de esta actividad desde Europa a estos nuevos mercados en franca expansión. En concreto, estos países vieron crecer la I+D biomédica un 11,7%, un 6,7% y un 11,8%, respectivamente, en el periodo 2016-2021. Mientras, el crecimiento medio de esta actividad en los 5 primeros países de la UE fue del 5,8% y del 5,6% para Estados Unidos.
Esta deriva tiene su consecuencia directa en la marcha del mercado del medicamento, ya que en 2021 América del Norte acaparó el 49% de las ventas farmacéuticas mundiales en comparación con el 23,4% de Europa. Asimismo, el 64,4% de las ventas de los nuevos medicamentos lanzados en el último lustro se produjo en Estados Unidos y sólo el 16,8% en los 5 principales mercados de Europa. Esto tiene un impacto directo en los pacientes, en los sistemas sanitarios y en la industria de la UE.
Y, por tanto, también impacta en la economía y el empleo. La industria farmacéutica innovadora es una de las que genera más empleos indirectos: tres por cada trabajador contratado por las compañías. Además, una buena parte de ellos son empleos de alta cualificación, muchos relacionados con el mundo académico y científico, lo que contribuye a prevenir una fuga de cerebros europea, dice el informe.
Europa es un centro neurálgico de la ciencia y la innovación, pero esa innovación no se está traduciendo hoy en patentes y productos con la eficacia que debería. El desafío para las próximas décadas no es si la innovación biomédica ocurrirá, sino dónde ocurrirá y cómo los pacientes en Europa pueden beneficiarse de este enorme potencial. El compromiso de la industria farmacéutica sigue patente como muestran las últimas cifras; no incentivarlo podría alterar esta tendencia creciente.