La innovación en medicamentos genera un grandísimo valor a las sociedades desarrolladas, porque permite salvar vidas, aliviar el dolor y el sufrimiento de los pacientes y sus familias, y posibilitar un desarrollo humano y la integración social de las personas. Los medicamentos innovadores, que se distinguen por su marca, aportan adicionalmente otro valor una vez finaliza la vigencia de sus patentes y entran entonces en competencia con los denominados genéricos, puesto que ofrecen una serie de beneficios que van desde el refuerzo del cumplimiento farmacoterapéutico hasta la ayuda en las labores de farmacovigilancia, esenciales para la seguridad del medicamento. Y lo que es clave: sin mayor coste para el sistema sanitario y el paciente, puesto que el medicamento original de marca y sus genéricos están en España al mismo precio.
Así, el denominado sistema de precios de referencia establecido en nuestra legislación, agrupa las presentaciones de medicamentos de marca y genéricos que tienen el mismo principio activo y vía de administración y les iguala su precio. Hoy en nuestro país, más del 82% de los medicamentos que se dispensan a través de las farmacias son medicamentos genéricos o de marca que tienen, cuando formulan el mismo principio activo, el mismo precio, y gracias a la competencia que establece este sistema, el 50% de todas las presentaciones dispensadas de este conjunto de medicamentos tienen un precio de venta al público inferior a 3,5 euros.
Más facilidad para identificar el medicamento
En España, el médico tiene una doble opción, bien prescribir un medicamento por denominación comercial (marca) o bien prescribirlo por principio activo. Los nombres de los principios activos se construyen conforme a reglas acordadas por la Organización Mundial de la Salud, basadas en una estructura de prefijos o sufijos, que conducen a denominaciones complejas y con similitudes en muchos casos, lo que hace que su uso habitual se circunscriba al ámbito de los profesionales. Por el contrario, la marca responde a denominaciones simples y fáciles de recordar, lo que contribuye a identificar el medicamento con mayor facilidad y, por tanto, a facilitar la adherencia al tratamiento, es decir, el adecuado cumplimiento de la prescripción realizada por el médico.
Este atributo cobra todavía mayor valor para el caso de ancianos con tratamientos crónicos y a menudo polimedicados. En el caso de medicamentos que formulan combinaciones de dos o tres principios activos, la utilidad de la marca es, incluso, mucho mayor.
Refuerzo a la seguridad
La prescripción por marca aporta un valor adicional: facilita la farmacovigilancia, que es esencial para garantizar la seguridad de los fármacos. Los profesionales sanitarios tienen obligación de notificar las sospechas de reacciones adversas de los medicamentos autorizados. Si la prescripción se realiza por denominación comercial se facilita la correcta cumplimentación de la notificación, mientras que si la receta se realiza por principio activo es más difícil que el médico tenga constancia del envase que finalmente se ha dispensado en la farmacia.
Finalmente, y también en el ámbito de la seguridad, la prescripción por marca contribuye a mantener la estabilización de los tratamientos instaurados, especialmente en los medicamentos de rango terapéutico estrecho, es decir, aquellos que no se pueden cambiar por otros sin prescripción expresa del médico, aunque tuvieran idéntico principio activo, porque el tratamiento requiere un ajuste individualizado.