La pandemia ha demostrado que apostar por la investigación en medicamentos es la mejor inversión que pueden hacer los sistemas sanitarios para garantizar el Estado de Bienestar, porque atrae inversión de la industria farmacéutica; contribuye a la cualificación de los profesionales sanitarios, que participan de la vanguardia científica, y multiplica las opciones para los pacientes, puesto que la participación en un ensayo clínico puede ser la única salida para aquellos que no han respondido a los tratamientos disponibles.
Esta lección, hoy ya asumida por todos, era una realidad constatada, y de una forma paradigmática en el caso del cáncer, una patología en tendencia creciente en todo el mundo y con un alto impacto tanto en los sistemas sanitarios como en el entramado social. El diagnóstico temprano y los avances en el tratamiento oncológico -donde se han introducido terapias dirigidas y la medicina personalizada ha ido ganando terreno de forma imparable- han propiciado sustanciales mejoras en la supervivencia de casi todos los tipos de cáncer.
Según el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social 2021, realizado por la Fundación Weber y basado en la revisión de la evidencia científica, en los últimos 25 años se han aprobado más de 140 nuevos principios activos para tumores sólidos, y la supervivencia no ha dejado de crecer gracias a estas opciones terapéuticas. De hecho, un 70% de la mejora de la supervivencia en cáncer es atribuible a los nuevos tratamientos.
“Los resultados más alentadores de este esfuerzo de la industria farmacéutica por dar una respuesta a los pacientes con cáncer y sus familias son, sin duda, las cifras de supervivencia. Esta es una de las áreas en las que nuestras compañías están poniendo más empeño y en la que se están obteniendo mejores resultados, logrando así dar respuesta a la gran demanda que, por desgracia, implica el cáncer para nuestro sistema sanitario”, valora la directora asociada de Investigación Clínica y Traslacional de Farmaindustria, Amelia Martín Uranga.
Asimismo, el citado informe concluye que los recursos destinados a atención oncológica son una inversión que genera un retorno mucho mayor para el paciente y para la sociedad en su conjunto, en términos de aumento de la esperanza de vida y de la calidad de los años vividos; ahorro de otros recursos sanitarios derivados de la utilización de los medicamentos innovadores, o aumento de la riqueza económica asociado a las ganancias de productividad, o reducción del absentismo, que proporciona la administración de estos fármacos. Todos estos son beneficios con una traducción directa en forma de contribución al PIB y al crecimiento económico.
La oncología, gran protagonista de los ensayos en fases tempranas
Durante 2020, y a pesar de la pandemia por coronavirus, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) ha continuado autorizando ensayos clínicos de medicamentos, entre los que tienen gran relevancia los oncológicos. De los más de 1.000 estudios aprobados el año pasado -cifra récord en nuestro país-, el 34% corresponden a medicamentos para tratar diferentes tipos de cáncer.
En este sentido, la industria farmacéutica asentada en España está trabajando para que nuestro país siga siendo un referente mundial en investigación clínica. Y lo está haciendo, también, dando un impulso a las fases tempranas de la investigación de medicamentos, las conocidas como fase I y fase II, más complejas y costosas, pero imprescindibles para llegar a la fase III de estudio, que es el paso previo a la autorización de un nuevo fármaco. Este es el caso de la investigación oncológica, área que ya acapara uno de cada dos ensayos clínicos en fases tempranas que la industria farmacéutica puso en marcha en España entre 2018 y 2020 (últimos datos del Proyecto BEST, promovido por Farmaindustria).
La investigación oncológica es una de las que más ha evolucionado en los últimos años, gracias a un cambio de paradigma con la irrupción de la genómica. Muchos pacientes pueden ya participar en unos nuevos modelos de ensayos clínicos, los llamados umbrella (donde los pacientes con un mismo tipo de cáncer se asignan a diferentes ramas de tratamiento dirigido contra sus mutaciones), basket (en los que participan pacientes con diversos tipos de tumores que comparten una alteración genética) o adaptativos (que ofrecen una posibilidad, planificada previamente, de modificar uno a varios aspectos del ensayo para racionalizar y optimizar el proceso).
El acceso rápido a los nuevos fármacos, clave contra el cáncer
“Hoy, en el Día Mundial de la Investigación en Cáncer, no podemos dejar pasar la ocasión de incidir en el valor de la investigación biomédica y, más concretamente, en los pasos adelante que hemos dado en el conocimiento del cáncer, de los distintos tipos de tumores y cómo se desarrollan en cada individuo. Estos avances son fruto de años de esfuerzo y de colaboración público-privada, que es el único modelo de trabajo que permite avanzar con rapidez en el desarrollo de nuevas soluciones terapéuticas y asegurar que no haya conocimiento que se quede sin desarrollar por falta de recursos”, recuerda Martín Uranga.
Del mismo modo, añade, “todo este esfuerzo perderá su sentido si no somos capaces de hacer llegar estos nuevos tratamientos rápidamente a las personas diagnosticadas, porque, como ha quedado demostrado, su uso tiene un claro reflejo en la mejora de la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes y de sus familias”. Precisamente, España ha perdido terreno en los últimos años en disponibilidad de nuevos medicamentos frente a los países de referencia en Europa, como Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, y en especial en el área de oncología, lo que genera preocupación, como señalaba hace unas semanas el expresidente de la Sociedad Española de Oncología Médica Juan Jesús Cruz.
La innovación biomédica se ha convertido en un valor incuestionable para todos los pacientes y, como afirmó el presidente de Farmaindustria, Juan López-Belmonte, en su comparecencia en la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Congreso de los Diputados a principios de septiembre, “no se puede concebir hoy un sistema sanitario moderno y de calidad sin una robusta actividad investigadora, especialmente, en el campo clínico”. España está ante una gran oportunidad y tiene el potencial para convertirse en uno de los países líderes en materia de investigación de medicamentos en todo el mundo, lo que supondría grandes beneficios desde la triple perspectiva sanitaria, económica y social.