El fracaso es una parte inherente a la investigación científica. Aunque un posible nuevo medicamento no tenga éxito puede desempeñar un papel crucial en la comprensión de una enfermedad y proporcionar datos importantes para dar el siguiente paso. Esto es lo que ha ocurrido y está ocurriendo con la enfermedad de Alzheimer. Si bien en los últimos 25 años el 99% de las investigaciones han fracasado, en los últimos años están llegando terapias prometedoras.