Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades reumáticas son la segunda causa de consulta en los hospitales, más de la mitad de las causas de invalidez total o parcial, y la segunda causa de absentismo laboral y pérdida de trabajo.
Son patologías muy prevalentes en España (afectan al 25% de los mayores de 20 años). Combatidas tradicionalmente con analgésicos y antiinflamatorios, su tratamiento ha vivido un salto adelante revolucionario tras el hallazgo y desarrollo de las terapias biológicas.
Este viernes se celebra el Día Mundial de las Enfermedades Reumáticas, así como el Día Mundial de la Artritis Reumatoide, una de las principales patologías de este grupo de afecciones musculoesqueléticas.
Aparato locomotor
Las enfermedades reumáticas son aquellas que afectan al aparato locomotor (huesos, músculos, ligamentos y articulaciones) y que no son consecuencia de un golpe o traumatismo. Su característica principal es que provocan dolor en dichas zonas. Pueden aparecer de forma aguda, aunque muchas de ellas son enfermedades crónicas. Se han descrito cerca de 200 enfermedades reumáticas.
El estudio EPISER, realizado por la Sociedad Española de Reumatología, señala que hasta el 44% de la población ha padecido lumbalgia; el 10% tiene artrosis de rodilla y el 6% de mano; uno de cada 200 españoles (0,5%) sufre artritis reumatoide; el 3,4% de la población tiene osteoporosis, y un 2,4% padece fibromialgia. Y estos son sólo algunos ejemplos.
Según datos de un reciente estudio elaborado por la patronal estadounidense de la industria farmacéutica innovadora Phrma, los laboratorios de todo el mundo investigan sobre 606 potenciales medicamentos innovadores para el tratamiento de estas patologías (125 sólo contra la artritis reumatoide), en sus distintas fases de desarrollo, la mayoría de ellos terapias biológicas.
Nuevo abordaje
El tratamiento disponible para las enfermedades reumatológicas ha experimentado considerables variaciones en la última década y ha pasado de un abordaje conservador, que sólo buscaba aliviar los síntomas clínicos, a uno mucho más avanzado que está permitiendo limitar la destrucción articular y por tanto la discapacidad de los pacientes.
Estas dolencias se han tratado tradicionalmente con analgésicos y antiinflamatorios convencionales. Posteriormente, y logrando una gran mejora en su evolución, se han utilizado los fármacos modificadores de la enfermedad (FAME). Y, recientemente, las terapias biológicas. Son fármacos que actúan atenuando la respuesta del sistema inmunológico y han demostrado ser muy efectivos al ralentizar la progresión del daño articular e incluso inhibir su progresión, consiguiendo la remisión de la inflamación.
Los nuevos tratamientos generan mejoras en el curso crónico de la enfermedad y la situación de los pacientes, y además son coste-efectivos. Aunque estos medicamentos han elevado el coste farmacológico, esto se ha visto compensado por disminuciones en otros costes, como los de hospitalización y los relacionados con las pérdidas laborales. Un estudio alemán concluyó que, entre 2002 y 2011, los costes indirectos asociados a los pacientes con artritis reumatoide se redujeron entre un 8% y un 9%, tal y como consta en el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social, del centro de investigación Weber.
Más conocimiento
El reto en la actualidad, como se expone en la publicación El valor del medicamento en la enfermedad reumática, elaborado por Farmaindustria en junio, es seguir ahondando en el conocimiento del proceso inflamatorio e inmunitario para poder desarrollar moléculas que permitan avanzar en los tratamientos.
Así, de una parte, se está avanzando en la determinación y valoración de factores que se asocian a una menor eficacia del tratamiento y a un aumento del riesgo de reacciones de hipersensibilidad, y que permitirá un uso más efectivo y personalizado de los tratamientos disponibles. Y, de otra parte, se han dado pasos importantes con el desarrollo de inhibidores enzimáticos que permiten nuevas vías de tratamiento.