Los problemas de salud mental están considerados una de las epidemias de este siglo XXI y las cifras no hacen más que aumentar. A nivel global, entre 1990 y 2019 se ha producido un aumento de los trastornos mentales del 48,1%, según un estudio publicado en The Lancet y recogido en el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social 2024, elaborado por la Fundación Weber.
En España, una de cada tres personas padece algún problema de salud mental, una proporción que sube al 40% en los mayores de 50 años y a la mitad de los mayores de 85 años. Los trastornos más comunes son los de ansiedad, sueño y depresivos, como refleja el Informe anual del SNS del Ministerio de Sanidad. Los trastornos de ansiedad afectan al 10% de la población, pero al doble de mujeres (14%) que hombres (7%).
Son cifras que conciernen a la industria farmacéutica, comprometida con el buen uso de los medicamentos para estas afecciones. “El valor de los medicamentos destinados al abordaje de los problemas de salud mental está bien establecido. Al igual que en otras patologías, los esfuerzos deben centrarse en la prevención y promoción de la salud, así como en el diagnóstico temprano. Ahora bien, una vez se estime necesario el tratamiento farmacológico como parte del abordaje integral del problema de salud, es igualmente importante garantizar que se hace un uso responsable de estos medicamentos, de forma que se maximice su valor. Este buen uso adecuado requiere del compromiso de todos los agentes, incluidos gestores de salud, la industria, profesionales sanitarios y pacientes”, explica Arantxa Sancho, directora del Departamento de Asuntos Médico-Científicos en Farmaindustria.
Prueba del compromiso de la industria con el abordaje de los problemas de salud mental se refleja en los más de 160 medicamentos contra las enfermedades mentales que actualmente se están desarrollando, como refleja el informe de la Fundación Weber con datos de la patronal americana Phrma. Entre los fármacos en investigación se incluyen 54 para la depresión, 35 para la esquizofrenia, 35 para los trastornos de ansiedad y 13 para los trastornos bipolares.
En España, que en los últimos años se ha posicionado como uno de los líderes mundiales en investigación clínica, casi el 80% de los ensayos para este tipo de afecciones están promovidos por la industria.
La carga social de los trastornos mentales
Los trastornos mentales producen alteraciones en el pensamiento, la percepción, la conducta y las emociones de quienes las sufren. Síntomas que tienen un gran impacto en las relaciones personales y laborales, con efectos negativos muy significativos en la calidad de vida de las personas afectadas.
“Es por ello que los medicamentos tienen un alto valor social en estas enfermedades, porque mejoran la calidad de vida de los pacientes y, en consecuencia, la de su entorno familiar y social, quienes sufren las cargas sanitarias, laborales y económicas de este importante problema de salud que, con frecuencia afecta a las poblaciones más vulnerables”, indica Sancho. Además, el impacto -al igual que la prevalencia de estos problemas- va en aumento y en España se batió un récord en 2023 de bajas laborales relacionadas con “trastornos mentales y de comportamiento” (catalogado así por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones), con casi 600.000 el año pasado.
En este sentido va el lema del Día Mundial de la Salud Mental 2024, que este año es ‘Trabajo y salud mental, un vínculo fundamental’, y que aboga por la mejora de las condiciones laborales y la eliminación de la precariedad, por ser un factor de riesgo en el malestar psíquico.