“Hasta la llegada de la pandemia, era un reto para los economistas explicar la estrecha relación entre salud y economía. Con la Covid-19, todos hemos podido comprobar cómo una mejor de salud de la población gracias al uso de medicamentos innovadores es capaz de recuperar el crecimiento de la economía de los países”. Así lo explicó este jueves el director del Departamento de Estudios de Farmaindustria, Pedro Luis Sánchez, en el V Congreso Nacional de Estudiantes de Economía y Empresa, celebrado en la Universidad Carlos III, de Madrid. “Hemos visto además cómo tener una población más sana afecta directamente a ámbitos de la economía como la productividad o el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB). Sólo hay que recordar que en España, por culpa de la pandemia, el PIB cayó hasta un 11% en 2020, lo que supone una pérdida de riqueza de más de 120.000 millones de euros”, añadió.
Con estas lecciones aprendidas, el portavoz de Farmaindustria destacó el valor añadido que generan para las sociedades los medicamentos innovadores, como se ha comprobado con la adquisición de las vacunas frente al coronavirus. “Primero, tienen un evidente valor en el ámbito sanitario, desde aumentar la esperanza de vida a curar o aliviar síntomas de una enfermedad, y en todo caso mejorar la calidad de vida de las personas”. Pero no es la única dimensión, afirmó. “El uso de un nuevo medicamento sustituye en muchos casos a otros recursos con los que se atiende a los pacientes, como los gastos en días de hospitalización. Esto constituye una fuente de ahorro neto para el sistema sanitario”.
Esta generación de ahorro, afirmó, está analizada en varios estudios que recoge el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social 2021, realizado por la Fundación Weber. “Cada euro invertido en medicamentos, según concluye la evidencia científica, ahorra entre 2 y 7 en otros gastos sanitarios y suma ahorros indirectos en productividad y otros costes sociales”.
Una inversión media de 2.500 millones de dólares
Para comprender el valor el medicamento innovador en toda extensión, el director de Estudios de Farmaindustria ofreció datos sobre la inversión que realizan las compañías farmacéuticas para su desarrollo: “Investigar y desarrollar un medicamento innovador necesita de media más de diez años de investigación y una inversión económica para las compañías que ronda los 2.500 millones de dólares”, afirmó.
Todo esto en un mercado extremadamente competitivo, señaló, como demuestra el hecho de que la rentabilidad de estas inversiones nunca está asegurada. “Según los últimos estudios disponibles, solamente el 30% de los medicamentos que llegan al mercado consiguen recuperar con sus ventas toda la inversión necesaria en su I+D”. Por tanto, destacó Sánchez, las cifras muestran que la investigación, el desarrollo y la producción de medicamentos “son una de las mejores herramientas que tienen los sistemas sanitarios para mejorar la vida de las personas y por tanto aportar riqueza y bienestar económico a la sociedad”.
El director del Departamento de Estudios de Farmaindustria participó en una mesa de debate del congreso junto al economista Jorge Mestre-Ferrándiz, profesor de la Universidad Carlos III, y María Tormo, directora de Planificación y Desarrollo de Asisa.
La industria farmacéutica es un pilar fundamental en la economía de un país y un sector con muchas salidas profesionales.