La evolución de la medicina de precisión ofrece nuevas estrategias terapéuticas y oportunidades para algunas enfermedades que hasta no hace mucho carecían de tratamientos eficaces. Así, estos nuevos tratamientos han hecho posible curar enfermedades con gran carga de morbimortalidad, convertir en crónicas enfermedades antes mortales, cambiar el pronóstico de patologías muy discapacitantes o mejorar de forma sustancial las tasas de supervivencia de distintos tipos de cáncer. Sin embargo, como subrayó el director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, en el Simposio de Atención de Calidad Oncológica organizado el viernes en Madrid por la Fundación para la Excelencia y la Calidad de la Oncología (ECO), “el nivel de acceso de los pacientes en España a estos tratamientos innovadores ha empeorado en los últimos años y es inferior al de los países de referencia en Europa, como Francia, Alemania o Italia”. Y es que -señaló-, “tanto en tiempo de aprobación de los nuevos fármacos como en el número de ellos disponibles, estamos peor que estos países”. La pandemia -aseguró- ha influido, sin duda, en el aumento del retraso en la aprobación de los nuevos medicamentos y, en consecuencia, en el acceso a los mismos, “pero tenemos un problema estructural en el procedimiento de evaluación y financiación, que no es tan ágil como el de estos países con los que nos debemos comparar”.
Para reducir estos tiempos, Arnés reclamó mejoras en el proceso de evaluación y financiación de los nuevos fármacos y ofreció el apoyo de la industria. “Un rápido acceso es de gran utilidad para la industria farmacéutica y, especialmente, para los pacientes, que son los beneficiarios de las aportaciones en términos de resultados en salud y calidad de vida que implican estos medicamentos”, manifestó.
Propuso para ello introducir una serie de cambios en el procedimiento actual llevado a cabo por la Administración. Por un lado, dijo, hay que mejorar en la medición del valor real que aportan los nuevos medicamentos y hacerlo desde una óptica amplia, sanitaria, económica y social, es decir, del conjunto de la sociedad. “Necesitamos -añadió- conocer mejor el impacto que un nuevo medicamento puede tener en la sociedad, en términos como la productividad o la reducción de bajas laborales. En definitiva, tener una perspectiva integral para poder conocer el valor real de un nuevo medicamento”.
Junto a esto, abogó también por separar la valoración clínica del medicamento de la valoración económica, que ahora se realizan conjuntamente. “Deben ser dos procedimientos separados e independientes y no deben desarrollarse de forma secuencial, porque este modelo demora el inicio de la fase de financiación y está alargando mucho los plazos”, explicó.
Hay además que propiciar una mayor participación de los pacientes en la evaluación del medicamento, para lo que hay que dar un papel más relevante a los clínicos, a través de las sociedades científicas. “Quien mejor conoce las patologías y a los pacientes son los profesionales sanitarios, y actualmente no están suficientemente representados en este proceso y deberían estar presentes desde el principio de la evaluación”.
Impacto de los nuevos medicamentos en la sociedad
Precisamente, el director general de Farmaindustria había abordado también el impacto en la sociedad de los nuevos medicamentos el pasado jueves en Oviedo en unas jornadas organizadas por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia del Gobierno bajo el título Diálogos sobre el futuro: El Futuro del Sistema Sanitario. “Sólo en los primeros diez años de este siglo se incrementó en 1,73 años la esperanza de vida en los países desarrollados debido fundamentalmente a los nuevos medicamentos innovadores», afirmó. Ahora, añadió Arnés, las compañías farmacéuticas están principalmente trabajando en necesidades médicas no cubiertas. “Muchos de los medicamentos existentes van a tratar los síntomas, pero la mayor parte de las investigaciones en marcha van a atacar la enfermedad. Hoy hay más de 8.000 medicamentos en distintas fases de investigación de los que un tercio son para combatir enfermedades que hoy no tienen curación”, señaló.
Esto es posible, aseguró Arnés, gracias a la medicina de precisión, fruto del avance de disciplinas como la proteómica y la genómica funcional, y del imparable proceso de digitalización, que están suponiendo un cambio de paradigma en los avances farmacológicos. “La sinergia entre la revolución digital y la revolución biomédica puede suponer un avance en la terapéutica hasta ahora desconocido y dará lugar a una nueva forma de tratar las enfermedades”. Por este motivo, manifestó que, junto a la transición ecológica y la digitalización, “la revolución de la investigación biomédica va a ser el tercer gran vector que marcará el desarrollo de las sociedades modernas».