“La estrategia que tomaron las compañías desarrolladoras de vacunas de la Covid-19 de firmar acuerdos de transferencia de tecnología con cualquier empresa de cualquier país del mundo que tuviera capacidad de participar en la producción, antes incluso de que las vacunas estuvieran desarrolladas, ha permitido triplicar la capacidad de producción mundial y poder alcanzar en 2021 los 12.000 millones de dosis, que es lo que se precisa para lograr la inmunidad de grupo en todo el planeta”. Con estas palabras, el director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, explicó este martes, en un encuentro organizado en Barcelona por la Fundación Pablo VI sobre la necesidad o conveniencia de liberalizar las patentes de las vacunas contra la Covid-19, que el desafío actual de la vacunación frente al coronavirus no se encuentra tanto en la producción cuanto en una mejor distribución de las vacunas.
Por eso, subrayó Arnés, una posible suspensión de las patentes de estas vacunas, aunque fuese temporal, no sólo sería innecesario, sino que podría tener incluso un efecto negativo y contraproducente en el ritmo actual de fabricación. “El actual sistema de patentes -dijo- genera un marco de protección y confianza al desarrollador de las vacunas que es imprescindible para poder realizar esa transferencia de tecnología que es la que, a su vez, garantiza la calidad, eficacia y seguridad de las vacunas producidas por aquellos que no las han desarrollado”.
Por otro lado, añadió, “suspender las patentes podría hacer que fábricas desconocidas sin experiencia en vacunas o con escasos controles de producción y calidad pudieran entrar a competir por materias primas escasas, causando disrupciones en la cadena de suministro e incrementando el riesgo de falsificaciones. Por tanto, la medida, de aprobarse, no sólo no contribuiría a aportar mayor disponibilidad de vacunas, sino que podría tener un efecto contrario a los fines perseguidos”.
Apoyo a la iniciativa Covax de la OMS
Con esta producción estimada de dosis, en la que coinciden organizaciones internacionales que están trabajando sobre el terreno, como la consultora internacional Airfinity, la organización Unicef o la Universidad de Duke, el reto de lograr una distribución equitativa de vacunas pasa, señaló Arnés, por apoyar a Covax, la iniciativa liderada por la Organización Mundial de la Salud y respaldada por gobiernos, industria farmacéutica y otras organizaciones sociales para hacer llegar las vacunas de Covid-19 a las poblaciones con menos recursos. Los propios integrantes de Covax –la Alianza Gavi, la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) y Unicef, además la propia OMS- anunciaron recientemente que ven posible lograr la inmunidad en todo el mundo si los países con un mayor número de vacunas comparten buena parte de su excedente de dosis con las 92 naciones de ingresos medios o bajos que se benefician de esta iniciativa.
De hecho, el grupo de países del G7 -que conforman Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido- se comprometió en la cumbre celebrada el pasado fin de semana en Inglaterra a la entrega de 1.000 millones de vacunas adicionales a la iniciativa Covax a lo largo de los próximos 12 meses para acelerar la vacunación en estos países.
“Por tanto -dijo Arnés-, vacunas habrá para todos. Pero, del mismo modo que la colaboración ha sido crítica para conseguir vacunas en tan poco tiempo, lo es ahora para que éstas se distribuyan por todo el mundo de forma equitativa”.
El director general de Farmaindustria apeló precisamente a la colaboración como base del compromiso global de la industria farmacéutica en la lucha contra la Covid-19. “La industria tenía dos grandes retos -señaló-. El primero era desarrollar en tiempo récord una vacuna que pudiera poner fin a esta tragedia sanitaria, económica y social provocada por el coronavirus; el segundo, aumentar la capacidad productiva de forma que puedan atenderse las necesidades mundiales. Ambos dos se han conseguido. Hay que recordar que, en un hito sin precedentes, las compañías farmacéuticas han sido capaces, en menos de un año desde que se secuenció este coronavirus, de poner a disposición de la humanidad unas vacunas eficaces y seguras. Y en tiempo récord también, las compañías farmacéuticas, empezando a acometer inversiones y alcanzando acuerdos con otras compañías antes de tener aprobadas las vacunas, han logrado multiplicar por más de tres su capacidad productiva”. En 2021, insistió, se producirán y pondrán a disposición de las autoridades sanitarias más de 11.000 millones de dosis: “La industria ha respondido a lo que la sociedad podía esperar de ella”.
En la jornada, celebrada bajo el título Liberalizar las patentes ante la COVID-19: ¿es la solución?, también participaron Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España; David Noguera, presidente de Médicos Sin Fronteras en España, y Erika Dueñas, responsable de Propiedad Intelectual del Departamento de Medicamentos y Productos de la OMS.
Puede ver el encuentro completo aquí: