Los nuevos medicamentos desempeñan un papel clave en la supervivencia para los pacientes que padecen algún tipo de cáncer. La mortalidad por cáncer en Europa en términos reales se ha reducido de manera significativa en los últimos 25 años. Aunque entre 1995 y 2018 la incidencia de casos en los países de la UE ha aumentado casi un 50%, la mortalidad sólo lo ha hecho en un 20%.
Los avances en el diagnóstico, los programas preventivos de detección y, sobre todo, los nuevos tratamientos disponibles han aumentado las tasas de supervivencia a 5 años para los tipos de cáncer más comunes en Europa: mama, próstata, colorrectal y pulmón.
Este papel vital de los nuevos tratamientos será previsiblemente más relevante gracias a los avances en la inmunoterapia y la investigación genómica, que han revelado las complejidades únicas del cáncer y han cambiado la forma de entender la enfermedad hoy. Es una afirmación repetida por la comunidad científica y los profesionales sanitarios que no hay dos cánceres iguales; el cáncer es mucho más complejo y variado, como lo es el material genético de cada persona.
Dichos avances han ampliado el conocimiento sobre cómo se desarrolla el cáncer y cómo seleccionar medicamentos para tipos de cáncer específicos, lo que ha dado como resultado terapias nuevas y más efectivas para los pacientes. De hecho, alrededor del 85% de los medicamentos en investigación de oncología serán los primeros de su clase, lo que significa que utilizan un mecanismo nuevo y único para tratar una enfermedad, según revela el informe Medicamentos en desarrollo en cáncer 2020, de la patronal estadounidense de la industria farmacéutica, Phrma.
Las terapias basadas en las llamadas CAR-T, los anticuerpos monoclonales, las terapias génicas y la edición genética, los inmunomoduladores, la inmunoterapia metabólica o las terapias basadas en mutaciones genéticas y en el ARN son la muestra del esfuerzo que está realizando la industria farmacéutica innovadora por encontrar respuesta a la infinita variedad de tumores.
Mención aparte merecen las vacunas contra el cáncer, aunque también son una forma de inmunoterapia. Por un lado están las preventivas, destinadas a evitar que el cáncer se desarrolle en personas sanas, y por otro están las vacunas terapéuticas, destinadas a tratar el cáncer mediante el fortalecimiento de la respuesta inmune natural contra el cáncer. Entre las primeras destaca, por ejemplo, la vacuna contra el virus del papiloma humano (causante del cáncer de cuello uterino), y entre las segundas ya existen para cáncer de próstata o melanoma avanzado.
Más de 1.300 medicamentos y vacunas en investigación
De este modo, en la actualidad la industria farmacéutica tiene en desarrollo más de 1.360 tratamientos contra el cáncer, que este jueves, 4 de febrero, celebra su Día Mundial. De ellos, 145 son para varios tipos de leucemia, que representan más del 3% de todos los nuevos casos de cáncer; 141 para cáncer de pulmón, uno de los tumores con las tasas de mortalidad más altas; 129 para linfoma, incluido el linfoma no Hodgkin, que representa casi el 5% de todos los nuevos diagnósticos; 108 para el cáncer de mama, el tumor más frecuente en las mujeres; 85 para cáncer de próstata; 72 para mieloma múltiple, o los 67 destinados a tumores cerebrales, incluidos los gliomas, que representan aproximadamente el 33% de los de su clase.
En España, el análisis de los datos del Registro Español de Estudios Clínicos (REEC) revela que la Agencia Española de Medicamentos (Aemps) autorizó en 2020 más de un millar de ensayos, de los cuales 351 pertenecen al área oncológica. Es decir, cuatro de cada diez estudios puestos en marcha son para cáncer, un porcentaje que crece a casi el 50% si se tienen en cuenta únicamente los promovidos por compañías farmacéuticas, que son la gran mayoría. “Esta cifra nos deja como principal conclusión que la investigación en cáncer no se ha detenido por el coronavirus. Aun en los meses más duros de la pandemia, las compañías farmacéuticas han seguido impulsando estudios para dar entrada a pacientes, cuando era la única alternativa terapéutica para ellos”, explica Amelia Martín Uranga, responsable de la Plataforma de Medicamentos Innovadores de Farmaindustria.
España se mantiene en investigación clínica como uno de los referentes mundiales también en oncología. Un análisis internacional realizado para el periodo 2004-2010 apuntaba que 16 países comenzaban antes que España un ensayo clínico en cáncer, y ahora nuestro país ocupa la sexta posición. “Hemos mejorado muchas posiciones en este tiempo, aunque aún tenemos mucho por mejorar y, sobre todo, mantenernos. Debemos mejorar indicadores de reclutamiento de pacientes oncológicos –con un 12% de centros hospitalarios que no reclutan- y tenemos el desafío de unos ensayos cada vez más dirigidos, con un menor número de pacientes, por lo que será necesario eliminar barreras administrativas para que una persona que viva en una comunidad autónoma que no tiene en marcha el ensayo clínico para su tumor pueda sumarse”, explica Martín Uranga.
Esta posición destacada de España no es fruto de la casualidad, sino del trabajo que se ha realizado tanto por los agentes públicos como privados, que ha permitido que la innovación disruptiva que promueve la industria farmacéutica cambie el curso de la enfermedad, el pronóstico y la calidad de vida para muchos pacientes que padecen un cáncer.
“El alto nivel científico que tienen nuestros profesionales y centros sanitarios y el hecho de que las compañías estén apostando por España –para muchas multinacionales nuestro país ocupa el segundo puesto en ensayos, sólo por detrás de Estados Unidos- son los factores que han hecho posible que nuestro país sea una referencia en investigación biomédica para el cáncer. Esto se traduce en más inversiones para los hospitales, en más conocimiento para nuestros profesionales y, sobre todo, en más esperanza para nuestros pacientes”, concluye la coordinadora de la Plataforma de Medicamentos Innovadores de Farmaindustria.