La diabetes no controlada da lugar a un gran número de complicaciones que incluyen problemas cardiacos, cerebrovasculares, neurológicos, en los riñones, la vista, los pies o los dientes.
Un buen control de la enfermedad puede retrasar el inicio y evolución de estas complicaciones.
La diabetes es un conjunto de enfermedades crónicas caracterizadas por los elevados niveles de glucosa en sangre. La insulina es una hormona que produce el páncreas y ayuda a que la glucosa de los alimentos llegue a la sangre para usarse como energía. A veces, el cuerpo no produce insulina, o no la suficiente, o no la usa adecuadamente y los niveles en sangre se elevan demasiado.
Es un trastorno causado por un problema inmunitario que da lugar a la destrucción de células beta pancreáticas y, por tanto, a la baja o nula producción de insulina.
Por lo general, se diagnostica en niños y adultos jóvenes, aunque puede aparecer a cualquier edad.
Se ha relacionado también con mutaciones genéticas y con factores ambientales.
Las personas con diabetes tipo 1 tienen que administrarse insulina todos los días para poder sobrevivir
las células beta del páncreas no producen suficiente insulina o existen mecanismos que impiden su adecuada utilización por el organismo
Puede aparecer a cualquier edad pero es más frecuente en personas de mediana edad y en ancianos. Es prevenible con hábitos saludables
se relaciona con factores genéticos (presentación familiar) y ambientales.
Se relaciona con la obesidad, el sedentarismo, los malos hábitos alimentarios y el síndrome metabólico.
Es el tipo más común.
Afecta a algunas mujeres durante el embarazo
En la mayoría de ocasiones, este tipo de diabetes desaparece después de que nazca el bebé
Cuando una mujer ha tenido diabetes gestacional tiene más probabilidad de sufrir diabetes tipo 2 más adelante
A veces la diabetes que se diagnostica durante el embarazo es en realidad tipo 2.
El tratamiento de la diabetes y sus complicaciones asociadas genera un gasto global anual de
760.000 millones de euros
Más de 460 millones de personas padecían la enfermedad en todo el mundo en 2018.
Se prevé que en 2030 esa cifra aumente hasta los 578 millones.
Se estima que 4,2 millones de personas habrán muerto en 2019 a causa de esta enfermedad, que equivale a 8 muertes por segundo en todo el mundo.
En España hay 6 millones de pacientes de diabetes y se estima que podrán llegar a ser hasta 7,3 millones en 2035.
Más de 2.400 euros de media de gasto por persona con diabetes en España.
La mitad de los pacientes de diabetes tipo 2 aún no ha sido diagnosticado por lo que no sabe que vive con la enfermedad.
Disminuir la ingesta de calorías en aquellas personas con sobrepeso u obesidad.
Moderar la ingesta de carbohidratos.
Comer frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y productos bajos en grasa.
El control de peso es un objetivo fundamental para la prevención y el tratamiento de la enfermedad.
Se recomienda actividad física aeróbica (caminar, correr, ciclismo, etc.).
150 minutos a la semana de intensidad moderada.
No estar más de dos días consecutivos sin hacer ejercicio.
En pacientes en tratamiento con fármacos capaces de producir hipoglucemias se deberá monitorizar la glucemia antes y después del ejercicio.
Las personas con diabetes han de recibir asesoramiento y educación terapéutica de manera estructurada. Se enfrentan a una enfermedad crónica cuyo manejo va a conllevar cambios en sus estilos de vida.
La insulina es el agente más potente para reducir la glucosa. Ante la sospecha de un déficit grave de insulina, se debe iniciar inmediatamente la insulinización y tratar de diagnosticar el tipo de diabetes (tipo 1, autoinmune latente del adulto, secundaria a pancreatitis crónica, etc.). Es el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 1 en el que existe un déficit absoluto de la secreción de insulina.
En los casos de diabetes mellitus tipo 2 son varios los factores que entran en juego cuando se decide iniciar la terapia con insulina y la elección de la formulación inicial de la misma. Estas decisiones, tomadas en colaboración con el paciente, dependen en gran medida de la motivación de cada paciente, de las complicaciones cardiovasculares y de las lesiones de órganos que presente, la edad, el riesgo de hipoglucemia, el estado general de salud, así como las consideraciones de costo.
Generalmente es utilizada en el tercer escalón terapéutico, cuando no se obtiene un control adecuado de la glucemia a pesar de utilizar dos o más fármacos hipoglucemiantes orales en dosis máximas. En caso de problemas o de rechazo a la insulinización, se puede recomendar la triple terapia con fármacos no insulínicos.
A las personas con diabetes tipo 2 se les ha de explicar desde el diagnóstico de la diabetes, y luego de manera regular y objetiva, el carácter progresivo de la misma y sus tratamientos.
Es el medicamento de elección para el inicio de la terapia farmacológica en personas con diabetes tipo 2. Actúa reduciendo la producción hepática de glucosa, con lo que disminuye la glucemia en ayunas.
Están indicadas en monoterapia en caso de intolerancia a metformina. Puede valorarse su uso en pacien-tes sin sobrepeso, especialmente si se desea un rápido control glucémico por la presencia de síntomas y si la insulina no está indicada o no es aceptada. Su uso en terapia combinada está avalado por numero-sos estudios. Las sulfonilureas aumentan la secreción de insulina por las células beta pancreáticas. En términos de eficacia, parecen ser similares a la metformina.
Actúan inhibiendo las alfa-glucosidasas intestinales retrasando la absorción de la glucosa procedente de los alimentos. Reducen principalmente la hiperglucemia postprandial, sin provocar hipoglucemia.
Indicadas en terapia combinada o en monoterapia en pacientes (especialmente aquellos con sobrepeso) con control insuficiente con dieta y ejercicio en los que el tratamiento con metformina se considera inade-cuado, por existir contraindicaciones o intolerancia. Son fármacos moduladores del receptor γ activados por el proliferador de los peroxisomas. Mejoran la sensibilidad muscular, lipídica y hepática a la insulina exógena y endógena. El efecto sobre el control glucémico es más tardío pero parece ser de mayor dura-ción que con el resto de antidiabéticos orales.
Su indicación en monoterapia se da en aquellos pacientes en los que se decida prescribir un secretagogo por intolerancia a la metformina o también pacientes delgados en que se considere mejor opción pero que presenten horarios de comida variables o erráticos, ya que si omiten tomas pueden suspender el compri-mido previo y evitar así el riesgo de hipoglucemias. Pueden utilizarse en terapia combinada. Su mecanis-mo de acción es similar al de las sulfonilureas: estimulan la secreción de insulina, provocan la liberación posprandial inmediata de insulina a través de un punto de actuación específico y distinto al de las sulfo-nilureas. Tienen una semivida plasmática más baja que las sulfonilureas y deben administrarse con mayor frecuencia.
Se utilizan en monoterapia o en terapia combinada con otros fármacos. Actúan bloqueando la degrada-ción de las hormonas denominadas incretinas (glucagon-like peptide-1 [GLP1] y glucose-dependent in-sulinotropic polypeptide [GIP]), aumentando su concentración en sangre. Inhiben la enzima que degrada estas hormonas denominadas dipeptidil peptidasa 4 (DPP-4). Los inhibidores de la DPP-4 aumentan la secreción de insulina mediada por glucosa y suprimen la secreción de glucagón, con lo que reducen la producción hepática de glucosa.
La última familia de fármacos que se ha incorporado al abanico terapéutico son los inhibidores de los cotransportadores de la bomba de sodio-glucosa a nivel renal. Son fármacos que reducen la reabsorción de glucosa por el riñón (túbulo proximal) fomentando una glucosuria terapéutica. Se han publicado estu-dios que los han asociado con tasas significativamente más bajas de mortalidad, mortalidad cardiovascu-lar y menor riesgo de hospitalización por insuficiencia cardíaca.
Son fármacos homólogos o análogos al GLP-1, pero con una vida plasmática más prolongada, con lo que aumenta la secreción de insulina y disminuye la de glucagón. Se administran mediante inyección subcutánea. Retrasan el vaciamiento gástrico y regulan el apetito a nivel central, produciendo sensación de saciedad.
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